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jueves, 10 de diciembre de 2015

Prólogo

     Él estaba sentado frente al océano mientras contemplaba el último ocaso del otoño de ese año. Muchísimas cosas ha hecho durante su corta vida, algunas buenas y quizás otras malas. Su situación sentimental no era de las mejores y realmente sentía un pequeño pero fuerte vacío en su interior.
     El sonido de las olas golpeando el muro era relajante y la bruma marina refrescaba el ambiente. Vastos recuerdos le daban de sus «días de gloria».  Se suponía que ya se había «rehabilitado» de su situación, pero aún resonaba ese pensamiento obsesivo y cínico en su mente. Las ganas de volver a sentir aquel caliente y espeso líquido rojizo en sus manos eran muy grandes. 
     Varios fueron los «afortunados» de poder «jugar» con él. Diversos métodos utilizó en ellos, siendo el siguiente mucho mejor que el anterior. Destaca entre ellos el uso del «agua del sueño». 
     A simple vista cualquier persona sin conocerlo profundamente jamás se le pasaría por la cabeza semejante situación, pues él era muy discreto y sabía disimular muy bien todas sus acciones. Nadie sabía dónde ni cuándo él hacía estas cosas y mucho menos cómo las hacía. Simplemente las hacía. 
     «Puede que sea algo que la sociedad no comprenderá nunca, pero es un sentimiento totalmente ameno una vez que entras en este mundo lleno de "tortura y placer"» escribía en su pequeña libreta que siempre cargaba consigo, pues pensaba publicar aquellas frases en un pequeño libro.

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